top of page

Al oír tronar, salen los sapos a bailar

  • Marta Lismán
  • 28 oct 2021
  • 3 Min. de lectura

Mientras cientos de toledanos han perdido sus casas, sus propiedades o sus cosechas a causa de las lluvias torrenciales de estos días, en el programa ‘Al Rojo Vivo’ de La Sexta les ha parecido oportuno -¡y gracioso! también- escribir un rótulo que rezaba “En Toledo ya es ‘To’ lodo”.


Hay quien se ha indignado mucho, como si no estuvieran ya acostumbrados a la mugre de esta cadena que quizás no tratara de frivolizar con el drama toledano sino que, simple y llanamente, se estaba haciendo eco de lo que conoce como la palma de su mano: el fango. Es lo que tiene estar todo el día refocilándose en el detrito de sus convicciones, que aturdidos por la peste de su escaleta, se desorientan y ya no distinguen una noticia de un chascarrillo, una procedencia de una inconveniencia, o un cachondeo de una total y absoluta falta de humanidad.


Por eso, y aunque en las imágenes que acompañaban al titular podían verse coches sepultados en un río turbio y pardo y a personas de los servicios de emergencias metidos en él hasta el costillar, los informativos de La Sexta han considerado que el chiste estaba justificado y que venía al caso. Ésta es la calidad humana de los sujetos que trabajan en este medio, ésa es su empatía y hasta ese punto llega su bajeza moral e intelectual. Y esto es para ellos el periodismo y dar noticias con objetividad: mofarse de los que sufren.

El programa, dirigido impúdicamente por Antonio García Ferreras, es fiel reflejo de su director y presentador, este fanático del insulto fácil que ha convertido el periodismo en un lodazal mayor aun que los dejados por la Dana a su paso por España. Quizás por eso, porque el Sr. Ferreras y cía. viven perpetuamente y de lleno metidos hasta la quijada en el légamo de su formato televisivo, no son capaces de atisbar lo retorcido de su línea editorial y sus penosas consecuencias. Suele pasar: cuando uno se acostumbra a algo, su percepción se habitúa a ese asunto y deja de percibirlo con neutralidad. Lo inusual se vuelve parte del paisaje, lo extraordinario se torna invisible, lo blanco en negro y la tragedia se transfigura en chufla, sin que nadie en La Sexta se percate del horror, ni ponga remedio, ni ofrezca una disculpa de inmediato. Se han mimetizado hasta tal punto con la rojez de sus líneas rojas que ya no perciben cuándo las traspasan o en qué lado de ellas están.


Como en La Sexta viven perpetuamente y de lleno metidos hasta la quijada en el légamo de su formato televisivo, no son capaces de atisbar lo retorcido de su línea editorial y sus penosas consecuencias. Suele pasar: cuando uno se acostumbra a algo, su percepción se habitúa a ese asunto y deja de percibirlo con neutralidad.

Y así como el gato que se acomoda al calor de la chimenea y se arrima en exceso acaba por quemarse la cola o los bigotes sin apenas darse cuenta hasta que ya ve la llama en el pelaje de su culo, en la redacción de ‘Al Rojo Vivo’ no huelen su tufo a chamusquina hasta que las redes arden. Entonces sí, piden “disculpas sinceras por un rótulo muy desafortunado” y dicen a su audiencia -no sea que baje- que se esforzarán para que no vuelva a ocurrir. Buen intento pero no cuela, que nos conocemos.


Mentir a diario les sale gratis pero, al parecer, reírse de los que lo han perdido todo, también.

Éste es el mundo en el que Antonio y sus colaboradores viven, un lugar viscoso donde la verdad, la honestidad, la compasión, la equidistancia o cualesquiera otra virtud quedan sepultadas bajo toneladas de limo. Un pastoso espacio donde uno puede reírse de las desgracias ajenas sin que se le mueva un pelo de una ceja y donde semejante indecencia queda impune, porque ¡no! la disculpa obligada no es suficiente. Mentir a diario les sale gratis pero, al parecer, reírse de los que lo han perdido todo, también.


Y así son los informativos de La Sexta, por si a alguien, a estas alturas, le quedaba alguna duda al respecto.



Comments


bottom of page