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En el infierno de lo igual no hay verdad

  • Marta Lismán
  • 28 oct 2021
  • 2 Min. de lectura



Leyendo a Byung-Chul Han me he topado con una frase gloriosa (una de tantas): “En el infierno de lo igual no hay verdad”.

Él se refiere a otras cuestiones pero la frase es maravillosa y, sacada de su contexto, es aplicable a lo que cada día ocurre con mayor frecuencia y, lo que es peor, con mayor vehemencia: todo es igual, todos tenemos que pensar lo mismo, todos visten igual y todos siguen a los mismos líderes y repiten las mismas consignas y llenan sus muros y sus perfiles con los mismos hashtags. Hay una única verdad verdadera y hay que aceptarla bajo pena de excomunión. Hay influencers y followers. Hay líderes y vasallos, seguidos y seguidores, pastores y rebaños… Discrepar no es una opción, pensar tampoco. Lo normal es seguir al movimiento que esté de moda, comprar una camiseta con la frase de turno, teñir tu Instagram de negro y sentirte parte de lo que sea, sea o no verdad porque lo importante no es la autenticidad ni tener voz propia sino no desentonar. No está en boga tener opinión, razonar está en desuso, escuchar al contrario es una deslealtad y el beneficio de la duda o la presunción de inocencia son alta traición.

Hay influencers y followers. Hay líderes y vasallos, seguidos y seguidores, pastores y rebaños… Discrepar no es una opción, pensar tampoco.

Bajo estas premisas el mundo es cada vez más plano, más aburrido y más uniforme y empieza a apetecer ser un proscrito (del latín proscriptus, participio perfecto de proscribere, que significaba publicar por escrito algo en un cartel público y que acabó significando desterrado… Saquen sus propias conclusiones).

Decía Walter Lippmann que si todos pensamos igual es que nadie está pensando. En este contexto de monocromía ideológica, algunos empezamos a ver a los haters como la sal y la pimienta de la vida. Si un poseedor de la verdad absoluta te ataca mientras su boca espumajea, es señal inequívoca de que tu raciocinio está en el buen camino, aunque no lo parezca, aunque no esté pavimentado, a pesar de los socavones, pese a estar flanqueado por espesos zarzales… Si alguien te llama algo acabado en -ista, no te asustes, vas bien, sólo estás pagando el peaje por pensar diferente o lo mismo pero expresado de distinta manera y sin una # delante. Si un día tus redes sociales se convierten en un infierno por culpa de un post escrito fuera del redil, recuerda -y repítete como un mantra- que “en el infierno de lo igual no hay verdad”.

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