1 bomba, 1 linterna, 1 cacerola y 1 cucuruchito de maní
- Marta Lismán
- 3 nov 2021
- 6 Min. de lectura

Este finde era Halloween y, fieles a la tradición de salir de sus túmulos culturales, los muertos intelectuales sacaron a pasear sus cabezas agusanadas. Sedientos de sangre, ávidos de carnaza, hozaron las redes con sus hocicos. Su apetito insaciable de bronca y su olfato para detectar verdades incómodas les llevó hasta un comentario que escribí en respuesta a un artículo falto de verdad, con crasos errores históricos y salpimentado de fanatismo guerracivilista. Vamos, un clásico del terror.
La publicación resultó ser de un escritor uruguayo ya fallecido, un tal Eduardo Galeano que, por ser la Noche de los Muertos, decidió subir un post desde el más allende. Seguido por 43.000 almas fervorosamente dispuestas a defenderle contra viento y marea, el difunto, pluma de murciélago en mano, relataba un bucólico y pastoril suceso de la guerra española en el que una bomba caída en suelo vasco no había explotado al tocar el pavimento de la plaza del pueblo. El motivo: los obreros alemanes que habían armado aquellos proyectiles los habían saboteado para que no estallasen, dejando en su interior, en lugar de pólvora, mensajes de amor y solidaridad para los republicanos. Sólo para ellos ¡ojo! que si una bomba le caía a un niño del bando nacional bien le podían dar mucho por donde amargan los pepinos. “A partir de ese momento -termina la historia- la bomba en la plaza comenzó a simbolizar la resistencia, el fin del miedo, y el poder de un pueblo con conciencia de clase. Todo ello como regalo de un obrero alemán que, en medio de la dictadura nazi, se jugó la piel, y dejó claro que ni el miedo, ni el régimen lo iban a poder hacer matar trabajadores”. ¿Vemos ya por dónde van los tiros con balas de plata bañadas en agua bendita? Pues eso.
Poco importaba si era historia real, leyenda urbana o nana para dormir a un niño chico. Nazis, republicanos, guerra civil, trabajadores y conciencia de clase… Sólo faltaba la luna llena, un eclipse y trece brujas bailando desnudas alrededor de una hoguera. El pasaje del terror acababa de abrir y yo, que tengo más peligro que un mono con dos pistolas -siempre que sus proyectiles no sean republicanos porque si no estarán rellenos de mijo y dispararán palomitas de maíz-, entré en la siniestra gruta hasta la mismísima cocina. Allí ya podía percibirse el tufo de las pócimas cociéndose a fuego lento.
Seguro que mi madre censurará mi imprudencia por meterme ahí pero ¡cómo callarme! ante este tipo manipulaciones históricas, ya sean de la propia Historia o ajena. Y me lancé, me zambullí en la ciénaga con un comentario bastante sopesado donde, en realidad, yo sólo reivindicaba un poquito de rigurosidad con los hechos y un mínimo de objetividad: “Las bombas no matan trabajadores, matan personas, que pueden ser trabajadoras o no, republicanos o no. Y la dictadura nazi no fue una dictadura. Hitler, lamentablemente, fue elegido democráticamente por el pueblo alemán. / Un poquito de rigor histórico, por favor.” Acto seguido, sentí un escalofrío y un fuerte olor a azufre. Los haters no se hicieron esperar y los mensajes empezaron a brotar de sus inhóspitos cráneos.
Yo pensé que la parte española del comentario sería la más discutida pero, para mi sorpresa, fue Adolf el que acaparó todas las atenciones. ¡Qué don cautivador tuvo siempre este fulano! Fue mencionar al austriaco y allí estaban los odiadores de la red, aguardando en su telaraña, sin nada que hacer salvo esperar la más mínima vibración para lanzarse furibundos sobre la presa. Como le recomendaría a cualquier insecto, en estos casos lo mejor es no moverse y hacerse el muerto. De este modo, pude observar con estupor el estremecedor espectáculo de odio, mala baba, inquina y monstruosa ignorancia de estos personajes dignos de un relato corto de Edgar Allan Poe.
Con cerebros más o menos corruptos, soltaban sus insultos y sus datos de Wikipedia: “ajajajjaja. Que mal estas mi amiga en cuanto a historia. Hitler jamás fue elegido. Mató a todos sus enemigos políticos. Luego se proclamó presidente.” / “El partido Nazi ganó mayoría en el Parlamento y cuando murió el jefe de gbno... Hitler se autoproclamó furher líder. Creo que fue lamentable la apreciación de Marta Herradura” / “debes ver en documentales fotos e historia de lo que sucedía en los campos de concentración. Y si disfrutas el arte… (…) … recuerda la obra ...Guernica, de Picasso para que no olvides ese bombardeo que mató y arrasó con el pueblito español”. Tal cual os los transcribo, con todas sus aberraciones ortográficas y sintácticas, además de las históricas, como poner de ejemplo el Guernica, obra realizada por expreso encargo del Gobierno de la República para la Exposición Internacional de París de 1937. O sea, propaganda de la buena como dato objetivo.
Y aunque lo más habitual fueron los datos fidedignos sacados de un TBO de Tintín, no faltaron los insultos sin más, que son la réplica más recurrente de los que nada tienen que decir ni saben argumentar. Y así, uno me mandaba a tomar viento fresco para que se me despejase la cabeza; otros me llamaban a grito pelado "NAZI ENCUBIERTA" y "AMLOista"; otro se ponía literario y se estrujaba todas sus meninges para escribir: “Tendrás una herradura en el cerebro??? Usted sabe lo que es rigor histórico o histérico???Por favor,un poquito de rigor humano..”; no faltó el bestseller "la tonta del pueblo ha hablado…"; uno más, en el papel estelar del tenebroso Jack O’Lantern, tenía una epifanía literaria y me recomendaba una linterna: “si te hace falta una linterna grande en el revisionismo histórico, apropiarse de una ellas, le será de gran utilidad, a su limitada y precaria formación histórica del mundo”; mientras que otro iluminado, no sabemos si con linterna o sin ella, hacía una pelotilla con toda su materia gris y me la arrojaba con índice y pulgar: “aquí el único rigor posible es el mortis. Rigor Mortis”. Un comentario muy propio en la fiesta de Todos los Santos pero que probablemente esté haciendo a Quevedo revolverse en su cripta.
Si a unos les dio por las lámparas, otros prefirieron los cacahuetes: “Errado en su posición está el cacahuete o maní que tienes como cerebro” y “No cabe duda que tú cerebro es más pequeño que un maní sin nada dentro”. El hater manisero era desconocido para mí hasta el momento, pero si pasa por casa pidiendo truco o trato, aviso, en vez de caramelos, mejor darle un cucuruchito de frutos secos. Estos seres hambrientos no atienden a razones.
Y ayer, uno de los más llamativos y contradictorios fue el siguiente: “vos le pedis rigor histórico a Galeano ?? Hacete hervir en una cacerola”. Lo hizo una de esas fans del escritor del post póstumo, una tal "Maria del Carmen" a la que la cabeza no le da ni para acentuarse el nombre. La tal señora, de Buenos Aires, corona su Facebook con una foto de cabecera en la que aparece Cristina Kirchner, la vicepresidente de Argentina actualmente investigada por casos de corrupción, aliada de Hugo Chávez y a la que se relaciona con las muertes de varios rivales y cuyas causas investiga la fiscal que es su sobrina. La que me manda hacer hervir en una cacerola por decir que Hitler fue elegido por el pueblo alemán -que lo fue-, ¡¡es fan número uno de la Kirchner!! Es como si Buffy Cazavampiros tuviese en su dormitorio un póster de Nosferatu. Muy congruente todo.
Y así fue la Noche de los Muertos… y de las Muertes Cerebrales. Una pesadilla pavorosa, una película de terror que yo observaba impertérrita desde el patio de butacas con mi cuenco de palomitas. Los monstruos se sucedían en la pantalla sin una pausa para la publicidad, sin un respiro ni para ir al baño. Uno tras otro se materializaban y esputaban su bilis amparados en su mayor o menor anonimato. Tanta indigencia intelectual junta parecía impensable pero allí estaban, ¡ni uno me invento! He de decir que algún valiente se dejó caer por la fiesta para echarme un capote, tratando de explicar a aquellas mentes de ultratumba el significado de mi comentario. No era necesario, pero lo agradecí. Y alguno, también, me enmendó la plana sin ofender, desde premisas erróneas pero, al menos, con educación. Pocos, pero los hubo.
Hoy, miércoles, sin ninguna agresión verbal más, doy por finalizada la trifulca unilateral que se saldó con 92 respuestas y 228 emoticones: 136 me gusta, 59 me divierte, 18 me enoja, 10 me encanta, 2 me asombra, 2 me entristece y 1 me importa.
Cuatro jornadas después del Día de Todos los Santos, los íncubos y los súcubos han vuelto a los cubículos de sus cubiles donde reposar decúbito supino, hasta que vuelvan a salir a plantarme cara o a plantar un pino. Total, con gente así, lo mismo da.
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